2021
Letras Nº21
¿Diversidad o diferencia?
Artículo
Mentalidad y Pensamiento. Paul B. Preciado y Miquel Missé.
Carlos Montero Troáns
Si hay algo a destacar en la figura de Preciado es que está en perfecta sintonía con el mundo que está llegando a ser. Según Nieves Soria “Preciado caracteriza el estado del goce propio de la época”(1). Aunque la utopía queer post género que esboza no está todavía a la vista, encarna algo de un nuevo modo de gozar que ya está entre nosotros.
Sus acusaciones también pueden ser leídas como una llamada al psicoanálisis para poder orientar a las subjetividades que vienen. El discurso del amo clásico ha mutado definitivamente y la tecnología en confluencia con un capitalismo sin límites ya está en condiciones de ofrecer cuerpos modificados a demanda. Este hecho está teniendo efectos en los goces de los sujetos al multiplicarse las posibilidades de posicionarse ante lo real del sexo. Preciado, tratando de anudar algo de su propia sexualidad, lleva tiempo tomando su cuerpo como un laboratorio artístico de experimentación de estas mutaciones y de sus efectos subjetivos y políticos.
En su apuesta pretende, liberándose de ciertas categorías, acceder a disfrutar de horizontes más amplios. En su Manifiesto contrasexual propone: “[los cuerpos parlantes] Se reconocen a sí mismos la posibilidad de acceder a todas las prácticas significantes, así como a todas las posiciones de enunciación, en tanto sujetos, que la historia ha determinado como masculinas, femeninas o perversas”(2). Esta posibilidad de disponer a voluntad de todos los significantes es incompatible con cualquier planteamiento psicoanalítico. Al basar su plan emancipatorio en esa posibilidad, que no es tal según el psicoanálisis, éste ha sido situado automáticamente del lado del discurso del amo a combatir.
Estas críticas no son nuevas: el corte, la barra, la castración… han sido interpretados por ciertos autores como generadores de pasiones tristes. Desde El Antiedipo de Deleuze y Guattari, la negatividad del deseo -en cuanto que se corresponde con una falta- se ha interpretado como una limitación que desvitaliza a los sujetos. Se acusaba al psicoanálisis de “inocular la castración en el inconsciente”, negando que fuera un hecho estructural y mostrándolo como un efecto de performatividad. Su promesa de plenitud se confiaba simplemente a no coartar la producción que emana de los cuerpos de forma natural.
Defendemos que el psicoanálisis lacaniano no es parte del discurso del amo de turno y que conserva intacto su potencial subversivo. El punto de discordia con la posición de Preciado y de otros teóricos queer pivota alrededor de la función del Nombre del Padre. Tras las transformaciones llevadas a cabo por Lacan a principios de los años 70, la metáfora paterna fue despegándose del marco edípico y liberándose de resonancias históricas o normativas hasta convertirse en una función lógica: la función …x, que equivale simplemente a la castración como efecto del lenguaje. La introducción de esta función es una respuesta posible, aunque no la única, ante el vacío de significación de la relación sexual. Es un modo de articular los goces con los significantes. La postura de Preciado y de otros pensadores queer ante la no relación sexual (punto en el que parecemos estar de acuerdo) consiste en rechazar esta función …x y postular un sujeto radicalmente no-sujeto a ninguna categoría significante en cuanto al goce sexual. “No soy nada de lo que ustedes piensan que soy. Ni yo mismo sé lo que soy”(3), afirmó Preciado en la ECF. Este no-sujeto rechaza la nominación de los goces y su existencia bajo categorías.
Este rechazo se justifica por considerar a la función paterna como un semblante más que obstaculiza la emancipación. Consideran que manteniéndose alejados de la estrechez de las nominaciones estarán accesibles para el no-sujeto una multiplicidad de goces hasta ahora prohibidos por la ley. La intención es, pues, gozar más, porque más es mejor. La vía emancipatoria propuesta tras el encuentro con la no relación sexual consiste entonces en mantenerse fuera de las nominaciones, eliminar intermediarios simbólicos y conquistar así un cuerpo que goce más.
Esta enmienda a la totalidad del Nombre del Padre tiene su origen en una lectura foucaultiana centrada en el poder. Apunta Miquel Bassols, en una respuesta a las acusaciones de binarismo por parte de Preciado: “El significante no conoce otra ley, la del poder del significante amo para organizar diferencias. Lo que tiene sin duda su dimensión política, también cuando se trata de enjaular a los seres humanos”(4). Evidentemente el lenguaje lleva implícita la posibilidad de deslizamiento a una vertiente de segregación: “Desde el orden diferencial, uno se desliza hacia el orden segregado”(5). Pero ignorar las funciones de nominación y abrochamiento deja al sujeto a merced de la inercia de los goces.
En la estela de los trabajos de Donna Haraway, la sexualidad para Preciado sigue la lógica de la prótesis. Tanto un dildo como un semblante sexual son considerados prótesis tecnológicas que se unen al cuerpo natural. La prótesis deja de ser un sustituto de algo que falta (la idea es que no falta nada) para convertirse en un suplemento tecnológico que modifica y desarrolla un órgano vivo.
Para emprender el camino de la emancipación, y al renunciar a una función que nomine como (Phi) x, Preciado introduce en el vacío de significación de la relación sexual a modo de suplencia, objetos tecnológicos cada vez más sofisticados.
Esta vía llega a su culminación lógica en un texto titulado Imprimir la carne, donde plantea la posibilidad de un futuro utópico para lo queer. En esta visión futurista, la creación de órganos a demanda con una impresora 3D está a la orden del día. Estas impresoras utilizan una “biotinta” compuesta a partir de células madre del organismo receptor, consiguiendo que cualquier órgano implantado sea aceptado como propio. Esta tecnología ya se encuentra en fase de experimentación, pero la novedad del planteamiento radica en que su uso se extienda a la creación de órganos sexuales u orificios pulsionales a demanda, introduciendo mutaciones en el cuerpo que añadan posibilidades de goce:
“Sería posible tener pene y clítoris o ninguna de las dos cosas o un tercer brazo en lugar de un pene, un clítoris en el medio del plexo solar o una oreja erotizada destinada al placer auditivo. Llegará el tiempo de la estética contrasexual definida no por leyes de reproducción sexual o de regulación política, sino por principios de complejidad, singularidad, intensidad y afecto”(6).
En esta utopía de un sujeto idéntico a sí mismo es fundamental la participación de la ciencia y la técnica. La técnica y el goce, en comunión simbiótica y de modo acéfalo, se expanden sin límites. Ante la no relación sexual, Preciado invoca a la ciencia para que suministre objetos que atiborren el vacío y continuar así en una huida hacia adelante; un deslizamiento metonímico sin límite.
Al obturar de este modo el vacío de significación de la relación entre los sexos se clausura la posibilidad de un sujeto del inconsciente. Se cierra un espacio simbólico donde el sujeto pueda construir discursivamente un camino propio. En su lugar se promociona el pasaje al acto y la escritura sobre el cuerpo mismo. “Pronto dejaremos de imprimir el libro para imprimir la carne”(7), profetiza en este mismo texto. Establece una analogía entre la revolución que supuso la imprenta y este futuro de prótesis vivas a demanda. Es revelador el uso de esta comparación, porque si el invento de Gutenberg consiguió ampliar el campo de lo simbólico, las impresoras de carne van en un sentido contrario. Parece que lo que se augura en este texto es la clausura de un marco simbólico tal y como lo conocemos, dejando suelto así el campo del goce.
Es importante distinguir entre el complejo trabajo de anudamiento que realiza Preciado para sostener su cuerpo, de la prescripción para todos los cuerpos hablantes de salir de la jaula de la diferencia sexual para conseguir vivir una vida que merezca la pena.
La jaula del significante o (Phi) x, efectivamente establece un límite y resta goce, pero es la condición de posibilidad de un abrochamiento que permite hacer lecturas de los goces y articularlos al sentido.
Lo que se entiende, desde una perspectiva queer, como una instancia históricamente opresora es para el psicoanálisis una cuestión estructural, que consiste simplemente en el funcionamiento del lenguaje que lleva implícita la castración. Un concepto que en los últimos desarrollos de Lacan se reduce al hecho de que es imposible disponer de todos los significantes a la vez.
Preciado se lamenta en la introducción a Un apartamento en Urano: “El universo entero cortado en dos y solamente en dos. (…) El hombre o la mujer. Lo vivo o lo muerto. El organismo o la máquina. La norma nos ha dividido. Cortado en dos. Y forzado después a elegir una de nuestras partes. Lo que denominamos subjetividad no es sino la cicatriz que deja el corte en la multiplicidad de lo que habríamos podido ser. (…) Sobre esa cicatriz se escribe el nombre y se afirma la identidad sexual”(8).
Aquí describe de un modo verdaderamente lacaniano los efectos del lenguaje en el sujeto y deja clara su decisión de permanecer por fuera. Lo simbólico se elimina de la ecuación y todo apunta a resolverse en el registro de lo imaginario. Esto es coherente con su posición más bien estética, cercana a la performance y al arte contemporáneo y que privilegia un anudamiento donde está en juego algo primordial, de un orden distinto a la relación del sujeto con el significante. Se trata de mantenerse unido, de dar una consistencia al cuerpo que permita sostenerlo. Esto es algo que las categorías simbólicas comunes no pueden ofrecer. En una conversación entre Jacques-Alain Miller y Eric Laurent durante el curso Piezas sueltas se profundiza en el tema de la relación corporal. Apunta Miller: “Hay aquí una relación. La relación que Lacan perdió en el nivel sexual, la relación cuya inexistencia en el nivel sexual formuló, reaparece en el nivel corporal”(9).
Nos remiten al Seminario XXIII, donde Lacan diferencia dos niveles de la relación del parlêtre con el cuerpo. En primer lugar, la adoración del cuerpo propio, el único modo de relación con él. Consiste en “una suerte de amor primario, no al Otro, sino a sí mismo”, donde está implicado lo imaginario. Unida al cuerpo propio actúa la mentalidad. En otro nivel, describe la adoración del otro cuerpo donde hay pensamiento y sentido, que introducen “una referencia, una gravitación, al acto sexual”(10). En este contexto Lacan sitúa la relación corporal de Joyce como habiendo “infringido” la relación de adoración su propio cuerpo y por esto en lugar de tener un cuerpo ha terminado siéndolo. Miller establece una oposición entre la adoración del cuerpo propio y la yoización de éste cuando la relación de adoración fracasa. La distinción apenas esbozada por Lacan entre mentalidad y pensamiento puede ser muy interesante en la clínica para deslindar qué está en juego en cada caso.
En resumen, la propuesta de Preciado privilegia la relación con la imagen del cuerpo al margen de un orden significante. De la fabricación de un cuerpo depende su ser, porque su cuerpo y sus prácticas de goce son su yo. Esa es la mentalidad. Perseguir un cuerpo que a cada rato levanta el campamento. Apunta a un parlêtre no orientado hacia el campo del Otro, pero que se encuentra siempre disponible para el goce, sin imposibilidades, muy acorde con los mandatos de este tiempo, las promesas de la ciencia y la circularidad del discurso capitalista.
Desde el activismo trans se plantean otros abordajes que dan un lugar a otro tipo de relaciones corporales. Miquel Missé propone alternativas al discurso biomédico que insiste también en situar el cuerpo en el centro del malestar. Aun cuando la medicina ya ha despatologizado la transexualidad sigue considerándola un hecho innato y biológico y ofrece solamente una solución, la misma para todos: la modificación corporal.
Missé sostiene una ética trans crítica con respecto a la modificación corporal. Sin descartarla propone abrir otros caminos y defiende que tomar la decisión de la modificación “requiere de espacio para dialogar, para dudar, para pensar”(11) y hemos visto que “el pensamiento y todo lo que produce sentido, implica, desde que asoma, una referencia, una gravitación, al acto sexual”(12). Es un enfoque que orienta hacia la sexualidad, hacia el cuerpo del otro. “Yo creo que son mucho más curativas las relaciones sexuales que los quirófanos” afirma Missé en una entrevista(13). Está advertido de la no relación sexual y de la inestabilidad de las identidades sexuales y desde esos presupuestos trabaja para que cada sujeto encuentre una solución propia. A diferencia de Preciado no renuncia a las categorías simbólicas, sino que trabaja para flexibilizarlas en el imaginario social. Abre la posibilidad de que el sujeto se posicione a su manera ante los semblantes sexuales tradicionales y facilita la invención de semblantes nuevos para que toda la diversidad de cuerpos pueda conquistar un lugar.
Su libro A la conquista del cuerpo equivocado es una lucha contra el esencialismo de la diferencia sexual, tanto dentro como fuera del colectivo trans. Reintroduce un espacio aplastado por el reduccionismo del discurso científico, creyente en la relación sexual, donde se contemplan dos identidades sexuales posibles, que son meras prolongaciones del sexo biológico. Ampliando las posibilidades plantea una alternativa a un ideal arraigado en el colectivo trans: transitar sin dejar huella pasando desapercibidos en su género. Se considera habitualmente un éxito hacer un passing perfecto, borrando así la huella del tránsito, los restos. Sin embargo, Missé afirma: “Ser trans es también un destino posible, un lugar habitable”(14).
El transactivismo de Missé en lugar de subordinar el sujeto a los semblantes del binarismo sexual clásico como prescribe la medicina (cerebro de hombre con cuerpo de hombre, cerebro de mujer con cuerpo de mujer), propone que cada sujeto haga uso de los semblantes para favorecer sus propios anudamientos. El empuje a la modificación corporal queda así amortiguado. Reintroduce en la cuestión el vacío de la no relación sexual y con él la posibilidad de que el pensamiento oriente un trabajo simbólico que permita al sujeto establecer su propia versión de sí mismo y de su sexualidad, estando advertido de que ninguna identificación sexual se puede hacer cargo de todo lo que sucede en el cuerpo.
En su libro trata de desmontar el relato de que el sujeto trans ha nacido en un cuerpo equivocado. Este relato ha servido de tapón al “no hay” de la relación sexual. Efectivamente hay sujetos trans que parten de esa certeza no dialectizable, pero muchos otros no, pero que se pueden ver tentados por las promesas de armonía que lleva implícitas. Este discurso ha impregnado lo social e impide que el malestar trans disponga de espacios para cuestionar y elaborar una posición propia ante los significantes hombre y mujer. Son empujados a incluirse en versiones a veces caricaturescas de los géneros, con la promesa de que así desaparecerá su malestar. La creencia en la relación sexual conduce estas reasignaciones y lo hace en ocasiones apresuradamente. Esto es preocupante sobre todo en el caso de los menores, a los que con la intención de evitarles sufrimiento se les anima a que den el paso cuanto antes mejor.
Si la dimensión del sujeto queda fuera de juego, el tiempo para comprender se elide y se pasa directamente del instante de ver al momento de concluir. Es fundamental salvaguardar un espacio donde objetar la inercia de estos protocolos y ofrecer el tiempo necesario para cada uno.
Carlos Montero Troáns
Psicoanalista en Vigo. Integrante de Alicia y sus enigmas de la DHH-NRC.
E-mail: montero_troans@yahoo.es
Notas bibliográficas
- Soria, N., La sexuación en cuestión, Del Bucle, Buenos Aires, 2020, p. 301.
- Preciado, P.B., Manifiesto contra-sexual, Opera prima, Madrid, 2002, p. 18.
- Preciado, P.B., Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas, Anagrama, Barcelona, 2020, p. 414.
- Bassols, M., La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente, 2020, disponible en: www.zadiges- pana.com
- Brousse, M.-H., “El agujero negro de la diferencia sexual” en revista Carretel no 15 Bilbao, enero 2020, p. 158-167.
- Preciado,P.B.,“Imprimir la carne”,Un apartamento en Urano, Anagrama, Barcelona, 2019, p. 250.
- Ibíd., p. 249.
- Preciado, P.B., “Introducción”, Un apartamento en Urano, op. cit., 2019, p. 23.
- Miller, J.-A., “La relación corporal”, Piezas sueltas,Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 417.
- Lacan,J., Seminario 23, El sinthome,Paidós,Buenos Aires, p. 62.
- Missé, M., A la conquista del cuerpo equivocado, Egales, 2018, p. 118.
- Lacan,J., Seminario 23, El sinthome,Paidós,Buenos Aires, p. 62.
- Missé, M. “Entrevista a Miquel Missé: Paradojas del género y de la diversidad sexual”, El Psicoanálisis. Revista de la escuela lacaniana de psicoanálisis, no 36, Bilbao, 2020, pp. 123.
- Missé, M., A la conquista del cuerpo equivocado, op. cit., p. 115.
Autores en este número
DOSSIER
DS ¡Oh diosa diferencia!
Gabriela Galarraga
Mentalidad y Pensamiento.
Paul B. Preciado y Miquel Missé
Carlos Montero Troáns
Ninfa, voz inaudible del síntoma
Amalia Rodríguez Monroy
Una letra exclusiva
Valeria Sommer Dupont
Cuerpo sexuado
Lidia Ramírez
No hay cuerpos equivocados.
Juan Carlos Pérez Jiménez
Entrevista realizada por Mirta García Iglesias y Blanca Medina
PASE
Interpretación: separación y diferencia
Damasia Amadeo de Freda
Testimonio 1
Paola Cornu
Precisión y Alegría
Gabriela Medin
Un hueso de nada
Davide Pegoraro
Correr la coneja
Carlos Rossi