2020
Letras Nº20
Presencia
Artículo
La presencia del analista y lo siniestro
Silvia Grases
La suspensión de las sesiones presenciales por causa del confinamiento se siguió, en mi caso, de las demandas de algunos analizantes de realizar sesiones virtuales y/o telefónicas, y yo misma lo ofrecí en algún caso ya avanzado el confinamiento. Por otra parte, en la institución en la que trabajo se decidió implementar el teletrabajo, de forma que se pasó a realizar atención telefónica de los tratamientos en curso.
Hace tiempo había tenido una única experiencia de realización de sesiones virtuales durante unas semanas, por razón de un viaje de una analizante que, en aquel momento de su recorrido analítico, precisaba del sostén transferencial de los encuentros con la analista. Consideré esa experiencia, que se desarrolló de buena manera, como un acontecimiento puntual y singular.
Sin embargo, la situación derivada del confinamiento ha inaugurado para los seres hablantes un panorama inédito, en el que el forzado “distanciamiento social” y las medidas de protección frente a la pandemia han llevado a analistas y analizantes a plantearse la vía de los medios virtuales, si no como una continuidad de los análisis, sí como medio posible y necesario en algunos casos. Y pone sobre la mesa, ante la incerteza de la situación presente y lo que deparará el futuro, la posible paradoja de que los medios virtuales se planteen como única posibilidad de continuar los análisis al tiempo que sitúan al psicoanálisis frente a una imposibilidad que cuestiona su propia posibilidad de existencia. Si pensamos, con Freud y con Lacan, que el psicoanálisis no puede realizarse in absentia, la presencia, poner el cuerpo, es imprescindible en un análisis.
De mi experiencia con las sesiones telemáticas en este periodo de confinamiento me sorprendieron tanto los efectos de análisis como la facilidad con la que se desarrollaban las sesiones, además de la puntual asistencia a las mismas. Durante el confinamiento ningún paciente faltó a su cita virtual o telefónica, lo que resulta especialmente llamativo en el marco de la institución.
Para cada sujeto se han dado efectos subjetivos singulares. Sin duda, las sesiones realizadas de manera virtual forman parte del recorrido singular de cada sujeto y solo pueden pensarse en el uno por uno.
No obstante, ello no impide el cuestionamiento sobre la presencia en el análisis, y sobre el estatuto de la presencia del analista.
Un caso concreto ilumina para mí algo de lo que se juega en la presencia, del estatuto de la presencia en un análisis y que hace de contrapunto al balance de buenos efectos a pensar en el caso por caso.
Se trata de una mujer que consulta durante el periodo de confinamiento. Se da la circunstancia de que había pedido cita en dos ocasiones, unos meses atrás, cancelándolas ambas. Durante el confinamiento se encuentra en una situación de urgencia subjetiva que la impulsa de nuevo a consultar, pero además, y esto se revela crucial para que acceda tras sus primeros intentos fallidos, ha sabido a través de una conocida que estoy atendiendo telefónicamente en este periodo. Tengo mis reservas sobre si aceptar su pedido, ya que yo misma no me había planteado acoger nuevas demandas bajo la modalidad virtual o telefónica. Sin embargo, decido escucharla, indicando la provisionalidad de esta opción y la pertinencia del trabajo presencial cuando vuelva a ser posible.
Las sesiones telefónicas se suceden de forma fluida, el sujeto empieza a desplegar las dificultades de su situación actual así como sus coordenadas históricas y subjetivas, se dan producciones del inconsciente, así como hallazgos y articulaciones que impulsan el trabajo y que no están exentos de buenos efectos.
Una vez se levanta el confinamiento, el sujeto accede a venir a la consulta de la analista. En el encuentro presencial, se declara rápidamente incómoda. La fluidez y la facilidad con la que se habían desarrollado las sesiones telefónicas desaparecen y dan paso a una sensación de incomodidad que localiza en la analista. La presencia real de la analista “no encaja” con la voz que la ha acompañado este tiempo. No es como ella se la había imaginado. De repente, se le vuelve muy difícil hablar, eso que no encaja se encarna en la presencia misma de la analista.
Esta facilidad que caracterizó las sesiones telefónicas de esta paciente, y en una gran mayoría de los pacientes que atendí virtual o telefónicamente en este periodo, llamó mi atención. Hay una reflexión interesante de Avi Rybnicki, colega de la NLS, a quien precisamente esa extrema facilidad le da la pista del problema: se elude algo de lo real (1). La incomodidad que registra el sujeto del caso expuesto en el encuentro presencial con la analista, que se hace presente como lo que no encaja, es precisamente eso perturbador que la presencia del analista permite encarnar en el análisis.
Lo siniestro y la presencia
Es conocida la anécdota de Freud que propició su elaboración sobre el concepto de lo siniestro: se encuentra de noche en el compartimiento del tren en el que viaja, una sacudida del tren abre una puerta y divisa entonces a un hombre anciano. Sin embargo, de golpe, comprende: no está frente a la persona que ocupa otro compartimiento sino ante un espejo que le devuelve su propia imagen. La puerta que se ha abierto es la de su baño, y ese anciano que divisa es él mismo.
Fue la perturbadora sensación que lo embargó lo que atrajo la atención de Freud. Un efecto siniestro -unheimlich- que reconduce a aquello que “estando destinado a estar en secreto, ha salido a la luz” (2). Y no se trata de algo nuevo o ajeno, nos dice Freud, sino de algo familiar que se presenta como extraño. O mejor, aquello que se presenta como extraño pero que al mismo tiempo se reconoce como familiar, produciendo así un efecto de angustia.
Lacan anudará el efecto siniestro, perturbador, a la presencia del analista. En tanto, por su posición, se hace semblante del objeto a, hace presente eso que no es especularizable, que no encaja, el elemento que se resistiría a la completud de la buena forma imaginaria y a lo simbolizable, eso que del goce escapa a la simbolización. La presencia del analista promueve así que se haga visible para el sujeto aquello que pertenece a lo más íntimo pero que se le presenta como ajeno, produciendo un efecto perturbador.
Dispositivo analítico, artilugios del amo capitalista y elección forzada
Los gadgets tecnológicos y virtuales son objetos producidos por el discurso capitalista destinados a la producción de goce y al adormecimiento del sujeto del inconsciente.
¿Es posible sostener el dispositivo analítico sin presencia de los cuerpos? Hasta donde nos lleva la experiencia realizada durante el confinamiento parecería indicar que es posible hacer un uso de los medios virtuales bajo ciertas circunstancias. Por otra parte, un análisis discurre a través de las sesiones y de la vida, no se reduce a las sesiones realizadas en un tramo bajo determinadas circunstancias sociales o subjetivas, sino que las sesiones, y lo que sucede entre ellas, conforman un recorrido. Recorrido jalonado por los momentos de encuentro con el analista, en presencia. En este sentido, destaco que en un análisis presencial, pueden tener lugar sesiones o intervenciones con el analista a través de otros medios, ya sean cartas, mensajes, llamadas telefónicas o encuentros vía skype u otras plataformas. Tenemos noticia de ello a través de numerosos testimonios que muestran cómo, insertados en la lógica de cada caso, esos encuentros tienen su valor singular y se han mostrado, cuanto menos, necesarios para el avance del recorrido analítico de cada sujeto.
No nos hemos encontrado en este momento con la disyuntiva tajante de la virtualidad. Hoy por hoy, no hemos tenido que renunciar al encuentro presencial. Pero lo que sí ha sacado a la luz el confinamiento, de forma perturbadora, es que esta es ahora una posibilidad real, que jamás hubiéramos podido imaginar. Posibilidad real tanto por la incerteza sobre el futuro, como por el terreno que ha ganado en lo social la implantación del teletrabajo y el uso de medios virtuales, que puede resultar en un empuje que incida sobre el discurso psicoanalítico mismo.
Entonces, los artilugios virtuales no equivalen al dispositivo analítico. Pero, ¿el dispositivo analítico puede servirse de artilugios virtuales? No se trata solo de si hay una buena manera de servirse de los medios virtuales sino que la cuestión que se plantea más bien es si el uso de estos puede albergar una amenaza para el porvenir y la existencia misma del psicoanálisis, o si por el contrario, el dispositivo analítico puede servirse de ellos y en qué modo. También hay que considerar que, si bien todos ellos obvian la presencia real de los cuerpos, hay diferencias entre los distintos medios, el objeto que se pone en juego y cada caso singular.
En cualquier caso, durante el confinamiento y aún por el tiempo incierto en que debamos convivir con la pandemia, la vía virtual se ha revelado como una elección forzada. Esto hace surgir la cuestión sobre qué cambia respecto a las condiciones de posibilidad del psicoanálisis si se produjera un cambio que subvirtiese el mundo debido al real de la pandemia y pone sobre la mesa preguntas como ¿es lo mismo elegir no ir al analista cuando se puede estar en presencia, que no hacerlo porque no es posible?
Silvia Grases
Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
E-mail: grasvice@copc.cat
Notas bibliográficas
- Hace unos días, un analizante me dijo: “Es más fácil, para mí hablar en análisis por teléfono que en la clínica con usted presente. Puedo atreverme a decir cosas que a veces me abstengo de decir en presencia”. En ese momento comprendí que había un problema: ¡es demasiado fácil! Elude algo de lo real, que Freud ya percibió y por ello abandonó la hipnosis”. Avi Rybnicki, “El Malestar en la cultura y la insoportable levedad del cuerpo ausente” en https://zadigespana.com/2020/05/17/ coronavirus-el-malestar-en-la-cultura-y-la-insopor- table-levedad-del-cuerpo-ausente/
- Freud, S. [1919], “Lo ominoso”, Obras Completas, volumen XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 1986, p. 225.
Autores en este número
IN MEMORIAM
Ana Lía Gana. In memoriam
Amanda Goya
Para Ana Lía. In memoriam
Claudine Foos
DOSSIER
L´àme a tiers y lo vivo del cuerpo en la sesión analítica
Nieves Soria
El reverso del confinamiento en el autismo
Mariana Alba de Luna
Chasquidos de lengua
Sergio Larriera
Presencia en y de la Escuela
Constanza Meyer
Nuestro desafío
Araceli Fuentes
Generación App
Julio González
Presencia de lo real
Celeste Stecco
La presencia del analista y lo siniestro
Silvia Grases
El cuerpo en el lugar de lo que no hay
Araceli Teixidó
Un mecanismo de compensación imaginaria
Katie Abril Bosch
PASE
Consentir a que pase
Florencia Shanahan
Atravesar la angustia
Victoria Horne Reinoso
Presente
Florencia Shanahan
Notas para pensar el analista como sinthome
Angélica Marchesini